El arte de restar

Hace poco leí una historia en el libro Enough de John Bogle que me dejó pensando.

En una fiesta organizada por un multimillonario en Shelter Island, Kurt Vonnegut le dijo a su amigo Joseph Heller que su anfitrión, un administrador de fondos de cobertura, había ganado más dinero en un solo día de lo que Heller había ganado en toda la historia de su exitosa novela Catch-22.

Heller respondió: “Sí, pero yo tengo algo que él nunca tendrá: lo suficiente.”

Esa historia me marcó. La idea de tener lo suficiente es poderosa. Nos hace preguntarnos qué es lo que realmente necesitamos para estar felices. Es fácil asociar éxito con tener más, pero más no siempre nos da felicidad. Mientras reflexiono sobre mi vida y mi carrera, me doy cuenta de que encontrar lo suficiente no es solo sobre dinero. También tiene que ver con tener suficiente tiempo, propósito, amor, y paz.

Esto me recuerda a algo que dijeron sobre mi papá, Dwight K. Shellman, cuando fue inducido al Salón de la Fama de nuestro pueblo, Aspen, Colorado. En el video que hicieron para el evento, uno de los entrevistados dijo: "Dwight era lo suficientemente inteligente como para haber hecho millones como abogado o en lo que él hubiera elegido, pero decidió pasar la mayor parte de su vida en servicio público."

El legado de mi papá no fue sobre la riqueza material, sino sobre cómo usó su tiempo y talento para devolverle a su comunidad. Es algo que admiro profundamente y cuando ya no esté, espero que la gente piense en mí de una forma parecida: como alguien que dio su tiempo, compartió su conocimiento y ayudó a los demás.

Un concepto que me ha resonado mucho es algo que escribió Arthur C. Brooks sobre la felicidad. Él sugirió que la felicidad se puede pensar como una fórmula sencilla: es lo que tenés dividido por lo que querés. Cuanto más querés, más difícil es ser feliz. Por otro lado, cuando dejamos de lado los deseos y distracciones innecesarias, lo que tenemos se vuelve más valioso.

La mayor parte de mi vida me enfoqué en trabajar duro y contribuir a causas en las que creía. Como muchas personas, solía decir “sí” a todo, pensando que hacer más era la clave del éxito. Pero, con el tiempo, me di cuenta de la verdad en esa frase que dice: Cuando decís sí a algo, le estás diciendo no a otra cosa. Al decir sí a un trabajo interminable, le estaba diciendo no a pasar tiempo con mi familia, no a mi salud, no a mi paz mental.

Ahí es donde entra el arte de restar. Se trata de reconocer que no todo hay que perseguirlo, y no todas las oportunidades hay que tomarlas. Restar lo que ya no nos da alegría o satisfacción nos permite enfocarnos en lo que sí lo hace, tanto en la vida personal como en el trabajo. Estoy aprendiendo a delegar las partes de mi trabajo que ya no me llenan, permitiendo que otros las manejen, mientras me concentro en lo que realmente me motiva.

Este es uno de los grandes regalos de envejecer: tener el tiempo para poder priorizar lo que más valoramos. Se trata de reconocer que el tiempo se vuelve cada día más valioso. Y cuando dejamos de perseguir más, finalmente podemos apreciar lo que ya tenemos.

En esta etapa de la vida, mis prioridades han cambiado. Donde antes trabajaba largas horas todos los días, ahora estoy haciendo espacio para cosas que son importantes para mí: pasar tiempo con las personas que más quiero , y reconectar con las cosas que me dan alegría. Estoy aprendiendo a dejar ir lo que ya no importa, para hacer lugar para lo que sí.

El arte de restar es más que una estrategia—es una mentalidad. Se trata de encontrar paz en lo que ya tenés, ser claro sobre lo que realmente importa, y tener el coraje de dejar ir el resto. Porque, al final, tener lo suficiente no se trata de lograr más. Se trata de estar satisfecho con menos, pero encontrar un significado y alegría más profundos en lo que elegís conservar.

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