Reflexiones desde la Cima

El año pasado cumplí 65 años y, desde entonces, he sentido como si estuviera en la cima de una montaña, mirando hacia abajo. Cuando miro hacia atrás y reflexiono sobre los últimos 20 años, me siento orgullosa y agradecida por todo lo que he logrado. Profesionalmente, he hecho todo lo que siempre soñé: construí un negocio, ayudé a mis clientes a alcanzar su propia independencia financiera, enseñé y fui mentora a muchos jovenes, escribí un libro Mi Dinero, Mi Problema y trabajé arduamente para promover la educación financiera en Uruguay.

Sin embargo, al mirar hacia adelante, el futuro todavía se ve algo borroso. Hoy me siento lista para un cambio. En todas las áreas que más me han importado, veo a personas más jóvenes asumiendo responsabilidades, con entusiasmo y motivación, y me doy cuenta de que estoy lista para dejarles la carga más pesada.

Arthur C. Brooks, el Profesor de Felicidad de la Escuela de Negocios de Harvard, describe bien esta transición en su libro From Strength to Strength. Se refiere a algo llamado “la ley de Stein,” acuñada por el famoso economista Herbert Stein en la década de 1970: “Si algo no puede continuar para siempre, se detendrá.” Parece obvio, ¿verdad? Nos destacamos en nuestras carreras y, luego, inevitablemente, nuestras habilidades cambian, y otros nos superan en lo que alguna vez hicimos mejor.

Pero aquí está el problema: cuando se trata de nuestras propias vidas, a menudo ignoramos esta verdad. Y hacerlo, especialmente en lo que respecta al éxito profesional, puede llevar a un profundo sentido de pérdida y frustración, mientras nos aferramos a una versión de nosotros mismos que ya no existe. Esto, advierte Brooks, puede dejarnos rezagados, sacudiendo los puños al cielo en vano.

Sin embargo, hay otro camino. En lugar de negar los cambios en nuestras habilidades, podemos convertir el cambio en una fuente de fortaleza. En lugar de intentar evitar el inevitable declive, podemos trascenderlo descubriendo un nuevo tipo de éxito, uno que ofrece una forma de felicidad más profunda y duradera. Este camino no se trata de reconocimiento especial o logros mundanos; se trata de aceptar nuestras debilidades, dejar ir las cosas por las que una vez trabajamos tan duro pero que ahora nos están frenando, y encontrar alegría en actividades más simples y significativas.

Me doy cuenta de que mi próximo capítulo no se trata de replicar los éxitos pasados o aferrarse a lo que una vez fue. En cambio, se trata de abrazar lo desconocido con valor y determinación y encontrar un nuevo propósito, uno que tal vez no esté definido por reconocimientos o logros, sino por la satisfacción más profunda de vivir de manera auténtica y significativa.

Estoy aprendiendo a soltar el miedo que viene con esta transición. La incertidumbre aún persiste, pero ahora, en lugar de verla como algo a evitar, estoy comenzando a verla como una oportunidad, una oportunidad para redefinir el éxito en mis propios términos. Para crear una vida que no se trate solo de lo que puedo hacer, sino de quién soy y cómo puedo conectarme más profundamente con las personas y las cosas que realmente importan.

Al final, el camino que tengo por delante puede no ser tan claro o predecible como el que me trajo hasta aquí. Pero quizás ahí es donde radica la verdadera aventura: en adentrarse en lo desconocido, abrazar el cambio y confiar en que lo mejor está por venir.

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